El vino es un producto que se consume como bebida desde hace siglos, mucho más tiempo del que se puede creer. No hablamos de la época de los romanos, grandes consumidores de estos caldos, sino de épocas más lejanas.
Según la investigación llevada a cabo por la Universidad de los Ángeles y la revista Journal of Archaeological Science, en el año 6.000 a.C. los asistentes a un entierro en el sur de Armenia disfrutaban de una cosecha especial elaborada en un cementerio que se situaba en una cueva, en lo que se ha convertido en la instalación para hacer vino más antigua que se conoce. El carbono 14 mostró que una de las uvas deshidratada encontrada cerca de la prensa se cultivo hacia el año 4.000 a.C. Por lo que se ha podido apreciar, se trataba de una instalación relativamente pequeña con un lagar hecho para contener pocos litros de zumo y uvas, lo que ha llevado a la conclusión de que funcionaria mediante la técnica de pisar la uva descalzos directamente.
En 1968 en la ciudad de Hajji Firuz Tepe, situada en las montañas de Zagros al norte de Irán, las excavaciones llevadas a cabo por la Universidad de Pensilvania sacaron a la luz media docena de ánforas de arcilla enterradas en el suelo de una habitación que en el año 5400 a.C era una cocina.
Hasta 1998 los restos de alguna de las ánforas y otras piezas encontradas permanecieron en el Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad de Pensilvania, pero las fotografías realizadas para la Biblioteca Científica de Londres revelaron restos de color rojizo oscuro que al ser analizados resultaron ser restos de vino mezclados con resina procedente de coníferas.
Los estudios realizados concluyeron que ya en el Neolítico en algunas viviendas se consumía vino de uva preparado con resina de pino, sustancia que aún en la actualidad se sigue utilizando en ciertos lugares del Mediterráneo.
Más tarde, el vino se extendió hacia occidente llegando hasta Anatolia y Grecia, tal y como demuestran las copas encontradas en Ankara, elaboradas en el año 2.000 a.C en cámaras funerarias hititas, y hasta Egipto por el sur. El consumo del vino aumento y los fenicios se convirtieron en grandes mercaderes marítimos cimentando su riqueza en la venta del vino.
En Grecia, por otra parte, el vino se bebía mezclado con agua y se conservaba en pellejos de cabra.
Sin embargo la viticultura debe su mayor desarrollo al cristianismo, ya que al ser el vino necesario para la celebración de la eucaristía los monasterios comenzaron a cultivar y elaborar sus propios caldos. Se puede considerar a los monjes los padres de la viticultura y vinicultura.
En España el primer documento que justifica una Denominación de Origen es de 1955, las Ordenanzas de Ribadavia.